Si hasta hace algunos años se daba por hecho que todos aquellos que buscaran trabajo cualificado debían tener una carrera, hoy el listón ha subido hasta los estudios de postgrado. La creciente especialización que se exige desde dentro de las propias empresas y las dificultades por las que atraviesa el mercado laboral han hecho que la demanda de este tipo de enseñanzas se haya incrementado en un 250% a lo largo de los últimos años. Lo cual no resulta extraño si echamos un vistazo a las conclusiones extraídas en el último estudio realizado por la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya. Según este informe, casi el 90% de los titulados de máster encuentran trabajo antes de haber transcurrido dos años desde la finalización de sus estudios. De lo cual se deduce que cuanta más completa es la formación de los profesionales, más posibilidades tienen de encontrar trabajo.
Aunque sólo el 6% de las ofertas piden un máster
Estas conclusiones encajan perfectamente con el hecho de que el 6% de las ofertas laborales pidan como requisito tener un máster. En los últimos años, la especialización ha pasado a ser una de las herramientas más potentes para conseguir los conocimientos y aptitudes que aseguren el empleo. Haber cursado estudios de postgrado mejora la empleabilidad de aquellos que quieren formar parte del mercado laboral por primera vez y hace más deseable aquellos perfiles que ya cuentan con un empleo o con experiencia previa.
El 20% de las personas con máster no tienen trabajo vs. el 80% de los que tienen estudios inferiores
Pero, ¿realmente ayuda un máster a encontrar trabajo? ¿O solamente sirve para puestos muy específicos? Ciertamente, tener un máster revaloriza nuestro curriculum, pero es importante que tenga que ver con el puesto al que queremos postular y que aporte valor añadido al desempeño de nuestras funciones. Y, por otro lado, es importante que sea impartido por un centro de cierto prestigio. La realidad es que, según un informe realizado por elaborado por la consultora ICSA en colaboración con la Universidad Lasalle, la tasa de paro de los perfiles universitarios y de estudios de postgrado suman un 20%, frente al casi 80% de las personas con niveles de estudios inferiores. Lo cual también tiene su impacto en el nivel de remuneración, donde el salto salarial entre unos y otros es del 86%.
La diferencia más clara la encontramos en los perfiles más técnicos, donde contar con un MBA puede ser la diferencia entre entrar a formar parte de una empresa o no. De hecho este tipo de másters representan un 57% del total de las ofertas en las que se pide como requisito tener estudios de postgrado. Lo cual no supone una casualidad. Y es que el valor añadido de un máster no está tanto en el título en sí mismo como en los conocimientos y capacidades que se obtienen. Por eso, los más valorados son aquellos que permiten llevar a cabo las tareas de una forma más eficiente en el trabajo. El máster prepara al alumno con una serie de conocimientos, competencias y habilidades de gran utilidad para desenvolverse en un entorno laboral que se encuentra en constante evolución t cambio como es el actual.
Por este motivo, , los programas de máster más novedosos están cada vez más relacionados con la apertura de nuevas posibilidades laborales para los estudiantes en profesiones surgidas al abrigo de las nuevas tecnologías y de las nuevas formas de trabajo, como es el caso de la especialización fiscal, jurídica y financiera.
No obstante, en el campo de los másters no todos los sectores juegan en igualdad de condiciones, ya que no en todos se valora por igual. Son las empresas del sector jurídico, por quinto año consecutivo, las que más peso dan a estas enseñanzas en sus ofertas de trabajo con un 11,5%, seguidas por las consultoras, con un 9,2%, y por las empresas sanitarias, con un 7,9 %.
Cuando hablamos de ramas en concreto, por ejemplo para puestos directivos, los que tienen más posibilidades de que les pidan haber cursado un máster son los que aspiran a puestos de director comercial (37%), seguidos de los directores de recursos humanos (36,8%) y directores informáticos (36,5%).
En cualquier caso, la tónica general parece apuntar a que los responsables de la selección de personal miran con mejores ojos a aquellos candidatos que cuentan con un máster en su curriculum. Lo ven como un elemento diferenciador pues identifica una particular forma de plantearse no solamente su carrera laboral, sino también la vida. Y es que no se trata simplemente de acreditar conocimientos, sino de que la persona que cursa este tipo de estudios transmite afán de superación, ganas de aprender, capacidad de sacrificio y ambición. Cualidades muy valoradas por los potenciales empleadores. De esta forma, los alumnos encuentran la formación específica y cualificada que necesitan para seguir desarrollándose a nivel profesional, pero también para aumentar sus posibilidades de diferenciación frente a la competencia tan agresiva que ejercen el resto de candidatos.
No obstante, para estudiar un máster es importante tener una actitud abierta y colaborativa. El alumno de máster debe ser un profesional consciente de que, en la mayoría de los casos, las oportunidades están en el exterior y de que la única forma de diferenciarse es mantenerse actualizado. Pero además debe estar motivado para hacerlo y saber elegir además de la formación más adecuada a su perfil y a los puestos de trabajo que quiere conseguir, un centro de prestigio que garantice todo lo que hemos ido comentando a lo largo del artículo.
No solamente porque la formación será mucho más valorada por las empresas, sino también porque el programa de contenidos le ayudará a obtener los conocimientos y aptitudes necesarias para un desempeño de sus funciones realmente eficiente. Aspectos que deben tenerse muy en cuenta antes de tomar una decisión, ya que de ello dependerá nuestro crecimiento profesional y nuestro grado de empleabilidad en el futuro. De lo contrario, corremos el riesgo de terminar pagando una gran suma de dinero por un máster que de poco nos servirá para destacar entre nuestros competidores.