Enseñar valores en las escuelas de formación

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Reportaje publicado en Educación Primaria
Enseñar valores en las escuelas de formación

La Real Academia Española propone más de 10 definiciones para la palabra valor. La educación en valores es algo que se inicia en casa y se refuerza en el ámbito educativo. Sin embargo, los recortes presupuestarios y el incremento horario en otras asignaturas ponen en jaque una materia imprescindible para la convivencia. La escuela propicia situaciones que difícilmente se produzcan en otros ámbitos, organización personal, actividades grupales, relación con los símbolos y la autoridad, lo que ayuda a poner en práctica nuevos modelos de convivencia y respeto.

Los valores no pueden recopilarse en un libro como si de un reglamente se tratase. Sin embargo, muchos de los principios que la asignatura imparte, sí están manifestados por escrito, en muchos casos hasta enumerados. Aunque los valores son generales, aplicarlos es personal y circunstancial. Con el correr de los años, no solo el término ha visto modificaciones, sino también las acciones que lo remiten. La educación básica orienta sus principios en la libertad, la diversidad, la dignidad personal, la solidaridad, la justicia y el respeto, entre otros. Formar a una persona ética y civilmente no puede quedar solo en el ámbito familiar, debe ser un compromiso social y estatal.

¿Puede un valor dejar de serlo?

Los valores cambian

Técnicamente no, aunque lo que sí se modifica es el grado, por ejemplo la familia. Hace algunas décadas, uno de los valores que mayor anhelo producía en hombres y mujeres era la formación de una pareja y la llegada de los hijos. En la actualidad, tener una familia no ha perdido valor, pero ha cambiado. Las nuevas familias incluyen la monoparentalidad, los matrimonios del mismo sexo, niños adoptados e hijos únicos. Las nuevas generaciones entienden que la familia en sí, no es el valor, sino lo que conlleva la unión. Es decir, el respeto, el amor, la paciencia, el apoyo, la tolerancia, los elementos que hacen posible la convivencia entre padres e hijos bajo el mismo techo, son los verdaderos valores.

Para algunos especialistas, el fin de la familia tradicional trajo aparejado una crisis de valores tan profunda que aún no se han podido montar los cimientos de los nuevos valores que sucedan a los anteriores. Es aquí donde la escuela tiene un papel fundamental, es el pilar que sostiene los valores tradicionales y que a su vez los redirecciona hacia nuevas necesidades. La única manera de formar a un ser humano es de forma integral. Los conocimientos teóricos deben tener un contenido ético y moral. Tradicionalmente el enfoque que la educación oficial producía era cognoscitivo, es decir, impartía conocimientos teóricos y prácticos sobre el contenido de diversas asignaturas. Sin embargo, entendiendo al hombre desde su perspectiva más compleja y esencial, es fundamental que las nuevas pedagogías contemplen el aspecto psicomotor y afectivo. Los tres tienen el mismo grado de importancia y no hay uno que domine al otro.

Lo valores no dejan de serlo, pero sí cambian de jerarquía. Cuanto más autónoma y reflexiva es la persona, más facilidad tendrá para ubicar los valores de acuerdo a su ideal de vida.

Ser y parecer

Enseñar valores, ética y moral requiere, por sobre todas las cosas, de buenos ejemplos. De nada sirve predicar una teoría que no se lleva la práctica. La sola autoridad per se, que antaño poseía el maestro o profesor, hoy es cuestionada por los más jóvenes que dudan en aceptar todo lo que no puedan comprobar.

La libertad es imprescindible

La educación en valores debe partir de la libertad, de la aceptación y del respeto. Imponer un valor a un niño o adolescente tiene más probabilidades de ser rechazado que aceptado. Aquí es importante remarcar la necesidad de formar educadores capaces de motivar y atrapar a sus alumnos.

En muchas instituciones, las horas destinadas a ética, valores o educación cívica, son impartidas por profesores de asignaturas semejantes o materias “buenas” como filosofía o religión. Lo que no significa que estén correctamente preparados. Una persona que entiende el concepto y la envergadura de los valores, que los ha aprendido y aprehendido, dispone de un sentido pleno para actuar.

Un niño nace con la capacidad de pensar y es tarea de los padres y las instituciones encauzar, con libertad, ese pensamiento. Es decir, enseñarles a pensar. Suministrarle la información necesaria para que el niño pueda asimilarla y actuar. Para algunos educadores, los principales valores que la escuela debe enseñar, se resumen en dos: criterio y justicia. Con el primero, los seres humanos distinguimos el entorno y gracias a su uso podemos elegir entre lo conveniente o no. Es lo que permite juzgar o discernir una cosa de otra, lo bueno de lo malo, lo lindo de lo feo, etc.

Una persona con criterio puede ordenar sus valores según su opinión y no dejarse llevar por las tendencias dictadas desde los medios de comunicación o la sociedad. No obstante, enseñarle a un adolescente de ESO o Bachillerato a pensar con equidad no puede hacerse de manera generalizada. Lograr que un niño piense sin condicionamientos externos para llevar a cabo una acción requiere de una enseñanza oficial personalizada.

El otro valor que para muchos educadores es fundamental transmitir a los alumnos es el de justicia. Concepto subjetivo si los hay. Enseñar justicia no es explicar leyes o memorizar la constitución, es impartir la convicción necesaria para que la persona cumpla las reglas a conciencia. Cuando un sujeto aprende a ser justo sabe reconocer las necesidades individuales y las circunstancias que las rodean.

¿Qué son los antivalores?

Algunas instituciones, no solo enseñan valores a los más pequeños sino que en la misma clase también se imparte información sobre antivalores. Los antivalores son aquellas acciones que no están dotadas de ninguna virtud, por el contrario, tienen estímulos negativos o conductas que no reportan beneficios para las personas. Son la cara B de los actos que se esperan de un ser humano con dignidad, libertad y criterio.

Los antivalores son los antónimos de los valores, enseñar a los niños a distinguir y ubicarlos dentro de la conducta humana, es otro de los motivos por los que la educación oficial debería otorgar más importancia a esta asignatura.

El método que en Finlandia está acabando con el Bullying en las escuelas, consiste en conversar con los testigos de las agresiones. El acosador necesita de un público que festeje y anime sus burlas, los especialistas apuntan a formar a este público en valores. Hacerlos conscientes de que son seres libres y deben actuar, la pasividad lastima a un semejante y requiere una respuesta por parte de ellos.

De esta manera, concienciando a los alumnos que de solo mirar como agreden a un compañero, se vuelven también ellos agresores, han logrado reducir significativamente las cifras de acoso escolar en el país.

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